El 14 de marzo de 2018
El científico más famoso de la
actualidad, y sin duda, el más leído. Su famoso libro de divulgación científica
“HISTORIA DEL TIEMPO” se tradujo a todos los idiomas existentes y se vendió por
millones en todo el mundo. Solo Einstein se le puede comparar en fama y
popularidad.
La terrible enfermedad (ELA) que
le diagnosticaron cuando iba a comenzar su tesis doctoral le otorgaba un par de
años de vida, hasta el punto de que pensó no comenzar su tesis. Sin embargo ha
logrado vivir hasta los 76 años. Un gran éxito de la medicina moderna y de su
fuerza de voluntad. Murió en la noche del número PI, como han publicado algunos
medios de prensa, el 3-14, el 14 de Marzo. Más aún, nació el 8 de enero de
1942, exactamente 300 años después de la muerte de Galileo (el 8 de enero de
1642). Y más; ha muerto en la misma fecha en que nació Einstein (el 14 de Marzo
de 1879). Y es que entre los científicos también hay magia.
Hizo la tesis con el que luego
sería su gran amigo y colega Roger Penrose que acababa de deducir la existencia
de las singularidades en el universo, a las que luego los “amigos”, para
mofarse de su idea, les llamaron “agujeros negros” (en inglés coloquial “ojo
del culo”). Hawking decidió finalmente hacer su tesis de la mano de Penrose y,
desarrollando la Teoría de Relatividad General de Einstein, llegaron a la
conclusión que el Universo debió partir de una singularidad inicial, de un
agujero negro.
Es inevitable recordar que esta
hipótesis de Hawking y Penrose sobre que la existencia de los agujeros negros podía
deducirse de la Relatividad, añadía un punto más de credibilidad a la teoría
del Big-Bang de LemaÎtre (1927). Y esto volvió a levantar el interés en el
antiguo revuelo eclesiástico que formó el
jesuita, físico y matemático, Lemaître al hacer coincidir su hipótesis con lo
que se decía en el Génesis respecto a cómo Dios hizo al universo. Lo que puso a Hawking en el escenario del
gran teatro de la ciencia y los dioses que ya inaugurara Galileo en sus tiempos.
Más tarde demostró que los
agujeros negros “se debían evaporar”, esto es, que acabarían desapareciendo. A
lo que se llamó después la Radiación Hawking. No obstante sus grandes
aportaciones, su labor científica no ha llegado nunca a la envergadura de un Einstein
ni un Newton, que le dieron la vuelta al conocimiento científico. Que originaron
dos auténticas “revoluciones científicas” en el lenguaje de Thomas Kuhn. Ha
ocupado hasta su muerte la Cátedra Lucasian, de matemáticas, de la Universidad
de Cambridge, la que ocupó Newton.
Me ha admirado siempre, aparte de
su facilidad y maestría para hacer sencillo lo complejo y facilitar el
conocimiento científico a todo el mundo, su valor para no ocultar su no
creencia en los dioses. Nunca lo ocultó, más bien lo difundió. Einstein tampoco
era creyente pero siempre que le preguntaban sobre ello respondía tan astuta y
diplomáticamente que mucha gente llegó a creer lo contrario.
Mi experiencia personal con él,
aparte de haber tenido su libro Historia del Tiempo en mi mesita de noche como
la biblia durante meses releyendo y subrayando, tuvo lugar cuando vino a
Granada en el 2001, invitado por el IAA (Instituto de Astrofísica de
Andalucía). Dio una conferencia en la sala de la Caja Rural y yo conseguí un
butaca entre las primeras filas (reconozco que por enchufe) y viví una
experiencia que jamás podré olvidar. Tras las presentaciones, el escenario
quedó vacío y apareció por fin Hawking en su famosa silla de ruedas. Largos
aplausos y finalmente silencio y gran expectación. Expectación, expectación,
expectación, perplejidad, asombro. Pasaban los minutos y Hawking no se movía,
no hablaba, no ocurría nada, absolutamente nada. Quizá pasaron 10 minutos, un
año, un siglo, no sabría decir, y no se movían ni las moscas. Empezamos a
mirarnos unos a otros con asombro, comenzaron los murmullos ¿Está vivo? ¿No se
habrá muerto? De repente uno de los jóvenes astrónomos granadinos que estaba en
la primera fila saltó de su asiento, subió al escenario de otro salto, rodeó la
silla de ruedas y agarró el cable que pendía de ella, lo fue levantando del
suelo hasta que por fin halló el enigma: ¡¡SE HABÍA DESENCHUFADO!!
Inmediatamente se encendió la pantalla y comenzó la conferencia como si nada
hubiera ocurrido, eso sí, sin mover ni un dedo, ni una pestaña.
Hawking en Granada |
Fue una charla sencilla, genial y
llena de simpatía, como es su personalidad, hasta se había traído un chiste
gráfico sobre el Granada Club de Fútbol y fotos en las que aparecía él en un
episodio de “Star Trek” jugando a las cartas en una mesa con Newton y Einstein.
Y es que el chaval nunca fue un
arquetipo de humildad.
Nos hizo un repaso de la
situación del conocimiento científico actual absolutamente clarividente pero
hubo algo que me impactó y tampoco olvidaré. Nos comunicó como el final de la Evolución
Natural de las Especies había llegado. El dominio que sobre el genoma habíamos
logrado hacía que pudiéramos cambiar no solo el trigo o los tomates, como ya se
estaba haciendo, sino el futuro del resto de animales y plantas. La Naturaleza
necesita cientos o miles de años para que una mutación se consolide, nosotros
lo podemos hacer en unas horas de laboratorio y a nuestra conveniencia. Ahora
los que vamos a hacer el mundo a nuestra imagen y semejanza somos nosotros.
Un hombre irrepetible,
extraordinario, una de esas lumbreras que iluminan el camino de la humanidad.
Sin ellos no avanzaríamos. Descanse en paz.
Manuel Reyes
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