20 de abril de 2020

Nos creíamos dioses

Reflexionando sobre errores cometidos en la pandemia del Covid-19



      El confinamiento nos está sirviendo para reflexionar sobre los múltiples errores cometidos. Hoy me apetece intentar una pequeña lista de errores, de esos que nos han llevado directamente a este horror. No puede calificarse de otro modo lo que ocurre en nuestro país, donde nos alegramos de que ya estamos bajando a “solo” 600 muertos diarios cuando hace unos días superábamos los 900, y esto cuando solo contábamos con los números de los políticos, “aquellos muertos que habían sido pronosticados de infectados por el Covid19 antes de su muerte”, pero ahora que a los periodistas se les ha ocurrido preguntar a las funerarias va a resultar que las cifras se elevan casi al doble.

      No quisiera caer en la trampa maniquea  de “buscar culpables” porque es demasiado fácil echar la culpa al vecino. Culpables somos todos en una u otra medida. Voy a buscar errores, con la cándida intención de que pudiera servirnos de aprendizaje.

DECISIONES POLÍTICAS TARDÍAS.
Es una característica habitual en los políticos actuar tarde y mal y los nuestros no iban a ser la excepción. El coronavirus fue detectado en diciembre de 2019 (de ahí su nombre: CoVid-19), para el 23 de enero ya se había declarado la epidemia en Wuhan, un mes más tarde, en febrero, ya tuvimos el primer positivo en Canarias con un turista italiano, y en ese país la pandemia estaba ya clarísima. ¿Era necesario seguir esperando? Pues sí, porque el 8 de marzo estaban convocadas enormes manifestaciones para celebrar EL FEMINISMO y aquí estaban implicadas las mujeres del gobierno, así que hubo que aceptar nosecuantos partidos de fútbol y hasta un mitin de Vox. La OMS declaró oficialmente la pandemia el 11 de Marzo, cuando un mes antes ya había certeza absoluta. Y nuestro gobierno todavía espera unos diítas más, hasta el 15 de Marzo para decretar el confinamiento.

Por más prudente que uno quiera ser no puede evitar preguntarse, después de rebasar los 20.000 muertos, ¿Cuántos miles de muertos nos habríamos ahorrado si el gobierno no hubiera sido tan “feminista”?

EL DETERIORO DEL SISTEMA SANITARIO
A todos los gobiernos, nacional y autonómicos, se les llena la boca cuando dicen que tenemos uno de los mejores sistemas sanitarios del mundo. Y esto fue verdad en la antigüedad, antes de la última crisis económica, porque cuando esta llegó todos, sin excepción, encontraron un sitio perfecto donde recortar gastos: la sanidad. Porque a la sanidad en nuestro país se la considera un “gasto”. Y como muestra un botón: El gobierno “socialista” de Susana Díaz recortó miles de millones en sanidad. No es mi intención buscar datos y llenar esto de cifras pero en algún sitio he leído que superó con creces los 8.000 millones. Y a esto hay que añadir que no se cubrían las bajas por enfermedad del personal sanitario, que los contratos a los nuevos eran temporales, sus sueldos de los más bajos de España y, en general, que en la Andalucía del PSOE se dedica menos dinero a sanidad, por cada 1000 habitantes, que en ninguna otra comunidad española. Y ahora llega el PP y Ciudadanos para “salvarnos”,  y se dedica a privatizar lo poco que queda de la sanidad pública.

Así que ¿los 20 000 muertos son un castigo divino por nuestros pecados, como la peste medieval, o hay culpables?  Esperemos, no obstante, a que esto amaine antes de liarla parda.

LA CONSIDERACIÓN DE PRODUCTOS ESTRATÉGICOS
   Acaba de enterarse nuestro gobierno que hay productos como las mascarillas, los respiradores, los desinfectantes, los test de análisis y muchos medicamentos que son PRODUCTOS ESTRATÉGICOS. Hasta hoy solo eran estratégicos los tanques, los cañones y las balas, aparte del petróleo y el acero. ¿Y por qué se permitió que fueran los chinos los que fabricaran mascarillas, en exclusiva? Pues porque de este modo nos ahorrábamos unos céntimos. Es una razón de mucho peso. Que nadie le eche la culpa al gobierno. En una sociedad de tontos de baba, estas cosas pasan. Pero que nadie se preocupe porque ya les hemos comprado unas maquinitas de hacer mascarillas a los chinos –de alta tecnología, eso si–  para alguna industria y para nuestro ejército. Confiemos que a alguien se le haya ocurrido comprar también a los chinos un repuesto de tornillos, por si se nos pierde alguno y no podemos echar a andar las maquinitas.

¡Qué vergüenza!

DOMINAR LA NATURALEZA. 
   Como nosotros ya conocíamos el ADN y por supuesto el ARN, y hasta somos capaces de cortarlo, añadirle o quitarle pedacitos y volverlos a pegar, nos creíamos los dioses de la creación. A partir de ahora nosotros ordenaremos la evolución de animales y plantas. ¡Toma ya! Y llega un bichito, que ni siquiera puede decirse que esté vivo del todo –es un parásito– y que no tiene otra cosa que una cadenita de ARN, que ha mutado por azar,  ¡y casi nos liquida!
Que esto podía pasar, y que puede volver a suceder en cualquier momento, lo sabe todo el mundo y desde hace muchos decenios. Que investigar procedimientos de salvaguarda contra los virus era esencial para la humanidad lo sabemos igualmente. Pero para nuestro ego era mucho más importante llegar a la Luna.

   Por desgracia, la investigación científica tiene el mismo talón de Aquiles que el arte: necesita de un mecenas. ¿Y qué cuadros pintan los artistas? Los que le piden sus mecenas. La investigación científica cuesta mucho, muchísimo dinero. Si no hay empresas poderosas que inviertan en investigación, si no hay estados que dediquen parte de su presupuesto a la investigación, no puede haber investigación.

   ¿Y qué investigan los científicos? Aquello que le piden los que dan el dinero. ¿Antes del coronavirus teníamos mucha preocupación por los virus? Ninguna. ¿Quién investigaba sobre ellos?, casi nadie.

   Es imprescindible que los estados y los organismos internacionales tomen el timón de la investigación y la dirijan a buenos puertos, pero antes hay que dotarla de recursos. Y para ello es necesario que nuestros políticos dejen de considerarla un “gasto” y la entiendan como una “inversión”, como una inversión a largo plazo.
Manuel Reyes