12 de abril de 2022

Teoría del mal

 ¿Qué es el mal?


Con el sufrimiento que nos está provocando la invasión de Ucrania y los crímenes que a diario allí se cometen no es probable que haya todavía alguien que dude de la existencia real del mal. Y tampoco me extrañaría que haya otras muchas personas que, como yo, nunca se habían planteado antes esta problemática. ¿Pero qué es EL MAL?

              El tema es casi tan antiguo como la sociedad. Ya los maniqueos entendían que había dos principios que emanaban de Dios: el bien y el mal. Lo que ya rechazó San Agustín por considerar que la maldad no podía provenir de Dios que es solo bondad. Pero entonces ¿qué es el mal, cuál es su origen? Y llega a la conclusión de que el mal no tiene existencia en sentido ontológico, no tierne existencia real, física. Consideraba dos formas de maldad: la maldad moral y la natural. La primera es la que generan los hombres por voluntad propia y a sabiendas de que están haciendo el mal, y puede existir puesto que Dios nos creó libres y por tanto tenemos capacidad de elegir entre la bondad y la maldad. La maldad natural es la debida a la naturaleza: terremotos, tormentas, volcanes, enfermedades, etc.

              A mí, como hombre de ciencias, no me atraen las utopías literarias, religiosas, ni filosóficas, prefiero aferrarme al tubo de ensayo y la probeta. Aunque hay que reconocer que San Agustín no iba nada descaminado, pese a su época (S.IV). No obstante yo prefiero estudiar el problema desde la biología que es la ciencia que conoce  ̶̶ porque investiga̶  nuestra naturaleza y existencia. Por tanto hay que enfocar el tema, no hay que preguntarse por EL MAL, que es solo un concepto, una elaboración mental, hay que preguntarse por LA GENTE MALVADA, que es lo que realmente existe y que ya había observado S. Agustín.

              El otro escalón por saltar es huir del planteamiento ético-moral del problema. ¿La gente malvada lo es por ignorar la ética y las normas morales? ¿Si hubiera tenido una infancia feliz y una buena educación no sería malvada? No soy especialista en el tema, pero por lo que he leído sobre él parece estar claro que no es así. Aunque tampoco nadie niega que el ambiente familiar, la educación y el entorno social, seguramente influyen.

              Se trata de un tema de comportamiento y, por tanto, habrá que buscar información en psicología y psiquiatría. Y, habría que comenzar diciendo que en estas especialidades se piensa que lo ético, lo moral, no es simplemente una cuestión cultural, social, o religiosa sino que tiene un soporte neurobiológico evidente. Primero se nace y después se hace. Como decía Ortega: “Yo soy yo y mis circunstancias”. Hay personas que, independientemente de su educación, tienen un alto sentido ético, y también hay gente malvada. Los psiquiatras engloban a estas últimas personas dentro del grupo de los psicópatas. En el artículo “Psicópatas anónimos”, de Francisco Traver (1), he leído que “los psicópatas no son enfermos, pero están locos”. Es una frase feliz que dice en pocas palabras lo que algunos psiquiatras necesitan muchas páginas para explicar. También que la psicopatía es un hecho biológico con repercusiones sociales y, por tanto, morales. Pero que nadie nace queriendo ser un psicópata, como nadie elige su sexualidad.

              El Dr. Traver nos habla de tres trastornos, tres patologías (que no enfermedades, puesto que no hay en ellas nada clínico que tratar) a las que llama “la triada oscura”: Narcisismo, Maquiavelismo y Psicopatía. Sus cualidades son:

 

              En este esquema podemos ver las principales características de cada una de estas tres no-enfermedades, y el autor nos advierte que si bien hay narcisistas que no son psicópatas, todos los psicópatas son narcisistas en mayor o menor medida. Y que narcisistas y maquiavélicos suelen compartir muchas características. Por cierto que, si os ponéis a mirar con atención, estos rasgos son fácilmente identificables en muchos políticos conocidos.

              Robert Hare, en su libro “Sin conciencia” (3), explica que en nuestra sociedad existen del orden del 1% de psicópatas, la mayoría de los cuales son en la práctica psicópatas anónimos. La mayor parte de ellos son aquellos que solemos etiquetar como estafadores, maltratadores, acosadores, violadores, etc. Pero que pueden pasar a mayores en determinadas circunstancias, como son los crímenes de género. Y añade que si sumamos los pertenecientes a las tres psicopatías mencionadas podemos alcanzar hasta un 7% de la población (frente al 15-20% de enfermos mentales). Pese a este pequeño porcentaje en la sociedad general, si hiciéramos la estadística entre los que ocupan altos cargos en las empresas y en la política seguramente comprobaríamos que aquí el porcentaje es extremadamente más alto.

        Sirva lo anterior como introducción para discernir el origen del MAL. ¿De dónde viene EL MAL?  Parece que hoy tenemos claro que son los psicópatas los principales actores. Y viene de su comportamiento y de las acciones que realizan en beneficio propio con el fin de obtener el poder, la dominación, la riqueza o la fama. Los psicópatas carecen de empatía, no sienten el dolor ni la alegría de los demás, carecen en absoluto de valores morales y por ello juegan con ventaja en la sociedad porque no les importa mentir, prometer, embaucar, fingir y, por tanto, engañan y se aprovechan de los demás para lograr sus fines sin experimentar escrúpulos, ni compasión, ni culpa.

        Traver, en “El clúster psicopático” (2), explica que el término psicópata es una idea fractal y ocurre en cualquier escala social, así hay psicópatas:

•            En los patios de los colegios. Son los abusadores de otros niños siempre acompañados de adláteres que les ríen las gracias y que imitan a sus “superiores”.

•            Los pandilleros que se ocupan de robos y dar palizas siempre acompañados de otros más débiles que siguen al jefe.

•            Los empresarios, jefes, capataces que acosan a sus empleados.

•            Las manadas de violadores en grupo, siempre comandadas por un psicópata.

•            Los maltratadores domésticos, que actúan en solitario y que pueden asesinar a su pareja en un momento determinado.

•            Los asesinos en serie o asesinos sexuales, que operan en solitario.

•            Los que cometen crímenes en masa, como esos chicos que atacan a sus compañeros en el colegio.

•            Los políticos o militares que cometen crímenes de estado o de lesa humanidad o genocidio.

        Hay escalas bien distintas, cada una con sus características, pero con un denominador común: En todas ella hay un perpetrador psicopático y una serie de cómplices que ayudan o miran para otro lado.

        Y esta última es la causa que motivó mi interés: LA MALDAD APLICADA A LA POLÍTICA. La maldad de personajes como Putin, o como lo fueron Hitler, Stalin, Bush, y tantos otros. Psicópatas malignos que alcanzaron el poder, a veces incluso de modo democrático, que fueron adorados por sus países y que envenenaron a sus sociedades con su maldad y causaron y siguen causando tragedias humanas inenarrables.

        El estudioso que ha llamado más mi atención en este terreno es el psiquiatra polaco Andrzej Lobaczewski, autor del libro: “Ponerología política” (4). Quien junto con otros compañeros suyos estudió el cambio político y social que experimentó su país tras la ocupación rusa, terminada la segunda Guerra Mundial. Creó el término ponerología (del griego “poneros”, el mal. Ponerología: estudio del mal). Lobaczewski se empeñó en comprender por qué las personas “malvadas” parecen prosperar, mientras que muchas personas buenas y morales luchan por tener éxito sin lograrlo en muchas ocasiones. Quería entender por qué los psicópatas se elevan tan fácilmente a posiciones de poder y se hacen cargo de los gobiernos de los países.

        Tuvo que quemar el primer manual de su libro porque el gobierno polaco tuvo referencias del trabajo y los servicios secretos vinieron a por él. Por fortuna consiguió información a tiempo de quemarlo. Para editarlo se vio obligado a emigrar a EEUU, donde tampoco le resultó nada fácil. Creo que tardó más de 20 años en conseguirlo, y en la reescritura, de memoria, perdió mucha de la documentación inicial que había quemado en Polonia. Pese a todo, el libro es una joya y una referencia dentro de la psico-patología política. En él se desmigaja cómo evoluciona el proceso desde que un psicópata logra el poder y se rodea de un grupo de psicópatas en su gobierno. Se desgranan los recursos y procesos que utilizan para lograr el poder absoluto y cómo despliegan el veneno psicopático por todo el país hasta lograr lo que él definió como una “patocracia”.

        El término “patocracia”, (del griego “pathos”, dolor, sufrimiento) designa un sistema de gobierno creado por una pequeña minoría patológica que toma el control de una sociedad de personas normales. En estos países los medios de comunicación son controlados, desaparece la libertad de expresión, desaparecen paulatinamente los valores morales porque se convierte en una sociedad egoísta donde prevalece el interés propio y desaparece la generosidad y la empatía. La corrupción se generaliza, la ideología es única y fanática. Se controla la actividad y el pensamiento de los ciudadanos. Se produce una legislación arbitraria, injusta e inflexible. Los ciudadanos se consideran “recursos” (recursos humanos), no personas, de los que se puede disponer. El estado viola los derechos humanos con detenciones sin cargos, torturas policiales. Todo lo cual acaba provocando desigualdades extremas entre ricos y pobres y una histeria colectiva cada vez más generalizada donde la gente imita los caracteres psicopáticos de sus dirigentes.

        Las patocracias abundan en la historia de todos los países y sin duda son el mayor problema que la humanidad ha tenido, tiene y, si no somos capaces de tomar conciencia de ello, seguirá teniendo. Es por lo que este libro de Lobaczewski me ha parecido esencial y revelador del mecanismo por el que se llega a sociedades que, por desgracia, conocemos. Un libro reciente donde se aprecia con todo detalle este proceso es “Los hombres de Putin” de Catherine Belton (5).

              Pienso ahora que si no somos capaces de idear procedimientos que nos permitan detectar a los psicópatas e impedir que escalen en los partidos políticos hasta alcanzar el poder, nuestras frágiles democracias estarán en peligro de fractura en cualquier momento inesperado.

 

 Bibliografía:

(1) Francisco Traver; “Psicópatas anónimos” Blog: Neurociencia-Neurocultura.  Psicópatas anónimos | neurociencia neurocultura (wordpress.com)

(2) Francisco Traver; “El clúster psicopático” Blog: Neurociencia-Neurocultura. El cluster psicopático | neurociencia neurocultura (wordpress.com)

(3) Robert D. Hare. “Sin conciencia: el inquietante mundo de los psicópatas que nos rodean”. ISBN 978-84-4931-361-5 Ed. Paidós. Psicología hoy. 2003

(4) Lobaczewski, Andrzej, “La ponerología política”, ISBN 10: 2916721509 / ISBN 13: 978-29-1672-150-7; Editorial: SARL Les Editions Pilule rouge, 2013.

(5) Catherine Belton, "Los hombres de Putin", Ediciones Península, 2022. ISBN 978-84-1100-069-7