22 de enero de 2018

Operación Triunfo

O el triunfo de una acción educativa elitista



Es deformación profesional, sí, ya lo sé, ver el programa de Operación Triunfo como una cuestión educativa no es más que eso; pero qué queréis, he sido profe toda mi vida…

He de reconocer que el programa me gusta, me divierte mucho y me emociona a veces bajo el punto de vista humano y educativo. Tomar un puñado de chavales, aprendices de cantantes, y convertirlos en auténticos profesionales en unas semanas es una acción educativa casi heroica. El programa está muy bien pensado y montado para lograr sus fines. Pese a que pueda aducirse que sus verdaderos fines sean los pingües beneficios económicos que genera, pero esto es como el que monta una academia o un colegio privado, por supuesto que busca un beneficio económico, pero la labor educativa y por tanto el beneficio social que aporta es muchísimo mayor que el económico, puesto que es una máquina social de transmisión del conocimiento y los valores.

El programa transmite a los alumnos seleccionados conocimientos musicales, habilidades de voz, e incluso valores. El ambiente que hábilmente se logra en la convivencia en la academia va más allá del compañerismo y alcanza de lleno la amistad, el cariño y hasta el amor entre algunos. Donde cada uno se alegra realmente del éxito de los demás, donde la ayuda mutua es la norma. Donde nunca se ha visto una traza de envidia, de malas intenciones o de mal hacer en contra de otros. Y todo esto pese a que luchan por un único pódium de triunfador. Es justamente la antítesis de esos schools norteamericanos que vemos en las películas de Hollywood donde la envidia, la competencia desleal, y hasta el odio, son la norma para lograr el único bien social válido: El liderazgo, el famoseo, el ser el macho alfa de la tribu, o la superwoman.

Y se encuentra en las antípodas de ese tipo de enseñanza que se ha instalado en el País Vasco y Cataluña donde el valor predominante es el odio de los niños hacia su propio país, España. El odio a todo lo español y los españoles (que son ellos mismos aunque pretendan ignorarlo). Un odio cuidadosamente planificado a los largo de los años por sus políticos y perfectamente ejecutado por sus profesores, conjuntados en una perfecta organización criminal. Porque planificar la siembra del odio en generaciones enteras de jóvenes es el mayor crimen que pueda cometerse. Un crimen, por cierto, no tipificado en nuestro Código Penal. Es quizá por esta antítesis entre la educación que vemos en O.T. y la que aborrecemos de los separatistas que nos produce tanto placer la contemplación del programa.

Pero para los profesionales de la enseñanza hay otro tema que también me gustaría comentar: Lo que estamos viendo en O.T. es un sistema educativo elitista. Un sistema que está gastando una fortuna en educar a un puñado insignificante de chicos. Un sistema que ha seleccionado a los mejores profesores de cada sector (posiblemente haya más profesores que alumnos) y no solo eso, los alumnos de la academia han sido seleccionados entre centenares de miles, son lo mejor de lo mejor de la juventud española en este tema de la canción. Podría decirse que así cualquiera logra resultados excelentes. Pero yo preguntaría a quienes estén siguiendo el programa: ¿Alguien alberga la intención de criticar al programa por considerar que todo este esfuerzo económico, organizativo y profesional no vale la pena? Sospecho que no.

El éxito de público indica que todo el mundo está encantado. El programa va a lograr alzar al estrellato una serie de maravillosas personas con increíbles voces y con una preparación académica,  profesional y humana envidiable. No solo el país se enriquecerá con ellos, nos sentiremos orgullosos de estas estrellas y llevarán como abanderados la marca España por el mundo. Sin duda ha valido la pena. Pero hay más; a  mi modo de ver, los chicos que este año forman el grupo de elegidos vienen con una preparación excepcional  (hablan inglés, tocan el piano, la guitarra, han asistido a escuelas de canto, …). A mi modo de ver la preparación en conjunto de estos chicos supera enormemente a la de sus compañeros de ediciones anteriores. ¿Es casual? Yo tengo la sensación de que el ejemplo de lo ocurrido en las ediciones anteriores donde el estudio, el esfuerzo, el espíritu de superación incluido el compañerismo y “el buen rollo” de todo el proceso, sin olvidar el brillo artístico y económico del resultado, ha ejercido una influencia beneficiosa sobre un gran sector de la juventud que ha cambiado esa actitud ácrata habitual en nuestros jóvenes por la del estudio y la superación personal. Porque lo que se hace bien, y se publicita, tiene un resultado infecto-contagioso cuasi milagroso.

Y por si a alguien le ha pasado desapercibido debemos recordar ahora que hay universidades en el mundo que siguen, pelo arriba, pelo abajo, el mismo procedimiento educativo elitista, como las anglosajonas de Cambridge o de Oxford: Seleccionan a  los mejores profesores y les pagan como a jugadores de fútbol (bueno, no exageremos, bastante menos porque nunca puede compararse a un simple Einstein o un humilde Newton con un Ronaldo o un Mesi) después seleccionan a sus alumnos que han de ser muy listos y muy ricos (y silenciemos lo del linaje) y conceden bequitas a algunos supercerebros pobretones. Finalmente publican estadísticas en las que se demuestra cómo nuestras universidades no les llegan ni a la altura de sus botas.

Pero es que cuando se desarrolló el sistema educativo español reinaba Felipe González y su gobierno impuso un sistema educativo social, no elitista. Aquí, para que todo el mundo, o casi, tenga acceso a la universidad se ha puesto una en cada provincia. Nuestras universidades no solo son provincianas por el lugar donde se encuentran sino por el dinero del que disponen. Así no se pueden “fichar” profesores rutilantes, ni se selecciona al alumnado más allá de un examen de conocimientos generales más bien bajito. ¿Es malo nuestro sistema?


Sería prolijo enumerar las ventajas e inconvenientes de una y otra fórmula  y este articulillo no tiene tantas pretensiones, así que solamente daré mi modesta opinión. Para mí, todo sistema educativo debe ser ante todo social por un principio de igualdad de derechos ante la educación. Pero esto no es incompatible con que el sistema dedique también atención y recursos a la formación especial de los supercerebros, porque de ellos es el reino de los cielos. Porque en esta sociedad, cada día más informatizada y robotizada, sólo ellos pueden lograr los avances científicos que nos curarán el cáncer, nos harán vivir 100 años, nos explicarán cómo demonios está hecho el mundo y qué puñetas hacemos nosotros aquí. Porque solo las empresas que ellos crean y mantienen nos darán de comer en el futuro. Me estoy acordando de Microsoft,  Google, Facebook, Cisco Systems, NASA, Tesla, Amazon...

 Manuel Reyes

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