Una reflexión a vuelapluma sobre la problemática del feminismo a raíz de la manifestación del 8 de Marzo 2018.
Creo que hace ya tres años que mi buen
amigo Tomás Moreno editó un ensayo titulado: DE PANDORA A LA “FEMME FATALE”. En
él se relataba de forma magistral la enorme cantidad de mitos que el hombre ha
ideado a lo largo de toda la historia para lograr estigmatizar la figura
femenina y conseguir así mantener el poder no solo a nivel de la tribu sino
también de la familia.
Desde el mito bíblico de Adán y Eva
donde, obviamente, ella es la responsable de la expulsión del Paraíso, hasta
los más recientes mitos hollywoodienses donde se presenta a la mujer objeto, el
libro pone negro sobre blanco la inmensa maraña de artimañas de que el hombre
se ha valido para mantener a la mujer bajo su dominio.
Yo añadiría, desde mi cosecha, que el
homo-sapiens-macho ha hecho esto con todo bicho viviente, no solo con las
mujeres, sino con todos los demás hombres con los que ha podido y por supuesto
con los animales, desde la noche de los tiempos. Y es que este asunto del poder
lo lleva en los genes. Si usted alberga alguna duda biológica échele un vistazo
al comportamiento de los machos entre los mamíferos o si no quiere irse muy por
las ramas mírese la historia de nuestros antepasados reyes, emperadores, dictadores
o de nuestros actuales políticos. Me hacen gracia las mujeres que se quejan de
la existencia de un misterioso “techo de cristal” que no pueden atravesar para
alcanzar los puestos de poder. Queridas mías, no es un cristal, son los puños
de los que están arriba que os machacarán si intentáis seguir subiendo, a
vosotras y a cualquier ingenuo que lo intente.
No obstante yo soy un convencido de
que la cultura puede hacer milagros, y es por eso que creo que una vez que las
mujeres han dejado de ser sumisas (por “culpa” de haber accedido a la cultura)
y han decidido presentar batalla por el poder (aunque digan
que por la igualdad) tienen la batalla inicial ganada. Y lo afirmo porque en el
ambiente actual la clase masculina en general no está dispuesta a la lucha. Las
mujeres, en el mundo occidental, no tienen enemigo. Solo han de ser capaces de
superar, en colaboración con los hombres, los grandes problemas que la
incorporación de la mujer al trabajo exterior al hogar han supuesto para la sociedad:
Las necesarias ausencias por maternidad y la disminución dramática de la
natalidad. En un momento en que, por añadidura, la robótica está dejando sin
empleo a más de la mitad de los trabajadores.
Este es el gran reto y solo pude
solventarse cambiando las estructuras sociales en muchos aspectos complicados,
lo que a su vez implica grades batallas políticas a lo largo de mucho tiempo.
Quizá convenga aclarar la naturaleza
de los tres grandes problemas mencionados más arriba.
El permiso por maternidad hace que las
mujeres tengan que ausentarse del trabajo durante meses. Algunas prefieren años
para sacar a los rorros adelante. Cuando vuelven al trabajo, si no lo han
perdido, tienen que empezar de aprendices mientras sus compañeros han
prosperado y ascendido. Una buena solución podría ser la ley aprobada en el
País Vasco en la que el permiso de maternidad es obligatorio y para ambos
cónyuges al mismo tiempo.
La disminución de la natalidad es una
consecuencia de lo anterior, las mujeres por no perder su trabajo prefieren no
tener niños, o tener uno solo, con lo que la natalidad cae tanto que se
invierte la pirámide poblacional. Acaba habiendo más viejos que jóvenes y esto,
entre otros males conlleva la quiebra del sistema de pensiones. Tan pocos
jóvenes trabajadores no pueden mantener a tanto viejo que se niega a morirse.
Una posible solución sería que el gasto de pensiones pase a los presupuestos
generales del estado. Si hay dinero para “rescatar” a los bancos y grandes
empresas que han sido saqueadas por los ladrones que pululan en connivencia con
los políticos, y se lograra eliminar la corrupción de los gobiernos, sobraría
dinero para las pensiones.
Las mujeres han decidido incorporarse
masivamente al trabajo (50% de la población mundial) en las postrimerías de la
era industrial, cuando la era robótica está dejando sin trabajo a millones de
personas. Y no se piense que cuando hablamos de robótica estamos hablando de
ciencia ficción. Un robot real, no Hollywoodiense, es solo una máquina que
puede usar prestada la inteligencia de su programador, es decir, un ordenador,
una impresora, una máquina de pintar coches o de envolver caramelos. Si el
incrédulo lector no me cree le ruego que se haga esta pregunta: ¿Cuántos
trabajadores tenían los bancos y cajas de ahorros hace 8 o 10 años? ¿Cuántos
tienen ahora? ¿Qué pasó con esos cientos de miles de diferencia? Los han dejado
en el paro los ordenadores. Ya no son necesarios porque la gente no tiene que
ir al banco para hacer sus transacciones, las hacen desde su casa. Otro tanto
ocurre con todos los organismos oficiales incluidos ayuntamientos,
diputaciones, etc. solo que por no aumentar el paro prefieren boicotear los
programas informáticos para que no funcionen. Por fortuna esta disminución de
mano de obra no hace disminuir la riqueza sino todo lo contrario, de modo que
“solo” tenemos que distribuirla mejor, al igual que el trabajo. Una solución
sería trabajar menos horas ¿por qué hemos de trabajar 8 horas si con 4 ya sería
más que suficiente? En cuanto a la distribución de la riqueza no tengo ni idea,
aunque he de confesar que me asalta persistentemente el recuerdo de la
Revolución Francesa, pero intento olvidarme.
Como puede apreciar el lector que haya
tenido la santa paciencia de llegar hasta aquí los problemas que nuestra
sociedad tiene planteados ahora son “sencillos” de resolver y “rápidos”. Si en
50 años se hubieran resuelto podríamos darnos por satisfechos. Y la clave para
lograrlo es lo que el autor de “Homo Deus”, Yuval Noah, considera la cualidad
clave del éxito de la raza humana: LA COOPERACIÓN FLEXIBLE. Los humanos somos
capaces de cooperar para conseguir un determinado fin con millones de otras
personas aunque sean de continentes y creencias distintas, incluso somos
capaces de cambiar nuestras perspectivas ante situaciones nuevas inesperadas.
Ningún animal de este planeta es capaz de hacer lo mismo. De ahí que nos
hayamos convertido en los “dioses” de nuestro mundo.
No hay pues motivo para el desánimo.
Trabajemos en colaboración hombres y mujeres, aprovechemos lo mejor de cada uno
para lograr un fin común: la vida pacífica y llena de felicidad, aprovechando
la riqueza y bienestar que nuestra inteligencia y nuestros conocimientos
científicos y tecnológicos nos han brindado.
Bibliografía fundamental en la que me
he basado:
“De Pandora a la Femme Fatale”, mitos
figuras y estereotipos de estigmatización femenina, de Tomás Moreno Fernández.
Ed Dauro, 2015. ISBN: 978-84-16340-35-4.
“Homo Deus”, breve historia del
mañana, de Yuval Noah Harari. Ed Debate, 2017. ISBN: 978-84-9992-801-1.
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