POLÍTICOS DesILUMINATI:
No, no me
refiero a los “Iluminati”, esa orden secreta que nació en Baviera en la época
de la Ilustración y que pretendía fomentar cosas como:
·
La
educación de la mujer
·
La
igualdad entre los sexos
·
Suprimir
la superstición
·
Eliminar
la influencia de la iglesia en la vida pública (laicismo moderno)
…y otros “disparates”
por el estilo, y que fue ridiculizada, vilipendiada y “felizmente” abolida gracias
a la presión de la Iglesia Católica hace ya más de 200 años. Curiosamente los símbolos que se les atribuyeron siguen
apareciendo en los billetes de dólar. Y lo más interesante de todo es que, pese
a que ellos murieron, sus magníficas
ideas germinaron, fructificaron y siguen vivas. Su iluminación les guio por el
camino correcto del avance social.
Hoy, en
cambio, disfrutamos de un tipo especial de políticos que caminan en sentido
contrario al avance social, por eso se me ha ocurrido denominarlos
“Desiluminati”. Para mí los desiluminati modernos son los Jordi Pujol, Artur Mas, Sabino
Arana, David Cameron… Aquellos políticos que un día recibieron la inspiración
divina -no desde la luz de la inteligencia como los Iluminati- sino mientras apretaban en el excusado, y se dieron
cuenta de que si ellos iban a contracorriente se harían famosos, gobernarían
los movimientos de rebeldes sin causa, siempre numerosos, y podrían vivir del rollo político el resto
de sus días. Incluso con la nada quimérica probabilidad del enriquecimiento
personal (para más información preguntar a Google por Pujol).
Si la
humanidad ha seguido el claro camino de: familia, tribu, ciudades
estado, estados, uniones de estados (EEUU, Europa)… ¿Qué imagina usted que será el futuro?
¿Cataluña independiente? ¿Carchuna independiente? ¿Gran Bretaña independientes?
La historia nos demuestra que la carrera por la unidad en la humanidad es
imparable, ¿Qué sentido tiene navegar a contracorriente?
Tiene uno
muy provechoso para ciertos políticos: hacerse famosos, lograr el poder. Bien
es verdad que aunque la gente en grandes masas se comporta –nos comportamos-
como borregos, para lograr que un gentío se dé la vuelta, caminen a
contracorriente, se revuelvan en contra de la lógica común, es necesario
fomentar uno de los sentimientos más fuertes de la humanidad: el odio.
Generar el
odio es lo que se hizo en el País Vasco, lo que acabó generando a los
“ejecutores” de ETA. Generar el odio es lo que se hace en Cataluña donde se ha
infiltrado soterradamente este odio al resto del país desde la escuela. Donde
se ha utilizado la lengua como elemento separador. Donde se ha retorcido la
circunstancia de ser una región industrializada y rica y por tanto, junto con
Madrid y otras regiones, ejercer la solidaridad en favor de regiones más pobres,
con el eslogan “España nos roba”, cambiando así la generosidad por el odio.
Generar el
odio es lo que está haciendo David Cameron en el Reino Unido. Utilizó la
amenaza de la independencia de Europa en primer lugar para extorsionar a la
Unión y lograr beneficios extra que no tienen otros países. Pero para que sus
palabras tuvieran un contenido realista tuvo que generar el miedo y el odio
hacia Europa advirtiendo a su pueblo del peligro de su pérdida de soberanía en
favor de Europa –su enemiga ancestral- de las pérdidas económicas y
especialmente ahora del peligro de la “invasión” de los refugiados musulmanes.
No olvidemos que los isleños británicos se han pasado la historia luchando
contra invasores de todo pelo. La consecuencia del odio desatado ha sido la
división del país y, especialmente, la muerte de la diputada Jo Cox por tratar
de impedir la extensión de la oleada de odio desatada. De nada ha servido que
cuando Cameron fue consciente de que jugar con fuego había provocado un
incendio, el “Br€xit”, se cambiara la
chaqueta y se pusiera a defender la unión. Ahora ya es tarde, el daño está
hecho.
Concluyo
resaltando que el principal problema social que desatan estos “desiluminati”
modernos es el odio, que trae como consecuencia la división de la sociedad y
finalmente el enfrentamiento y la violencia. Y sugiriendo que deberíamos
presionar a los políticos sensatos a legislar más ampliamente sobre los delitos
de odio y promover esta legislación a tribunales internacionales. Un político
que genere el odio debería ser apartado de toda función pública de por vida y
su encarcelamiento adicional si su campaña de odio ha generado la muerte de
alguien.
¡BR€XIT! O el suicidio del DESiluminati Cameron
El
desiluminati Cameron, para lograr sus fines personales, invocó al miedo, al
egoísmo y al odio, y perdió, (los bisabuelos ingleses todavía recuerdan los
bombardeos alemanes y temen a los inmigrantes). Como se considera un iluminado,
siempre pensó que él sería capaz de dirigir a las masas y llevarlas a su redil,
pero pienso que le faltó saber dos cosas:
a) Que una vez afloran estos nefastos sentimientos
las masas son ingobernables (los jóvenes ingleses ha votado por la Unión, pero
los más viejos y los medianos lo han impedido).
b) Que los grandes proyectos que unen a la humanidad, como la creación de la
Unión Europea, son proyectos de élites ilustradas, no del pueblo. Lo he
oído del matemático y analista Juan Ignacio Crespo y me ha gustado mucho. No se trata
de volver al despotismo ilustrado, sino a no confundir el régimen democrático
con el asambleario. Si en los años 50 y 60, cuando comenzaron a gestarse los
primeros tratados que acabarían dando lugar a la actual Unión Europea, se
hubiera llevado a referéndum el sí o no a la Unión, habría salido un NO como un
castillo. En aquellas fechas los franceses, ingleses, alemanes, polacos… todavía
lloraban a sus muertos. La unión para evitar futuras guerras con la excusa de
un fructífero intercambio comercial no podía caber en los corazones del pueblo
llano, como no ha cabido en los del pueblo inglés aún hoy, 40 o 50 años después.
La Ilustración fue un movimiento que
proponía actuar siguiendo los dictados de la cabeza, no los del corazón. Pero
hasta hoy esta filosofía solo ha sido prerrogativa de élites. Que yo sepa, a
las masas solo las mueve el corazón y lo penoso es que todos formamos parte de
ellas algunas veces.
Hoy nos enfrentamos a
una hecatombe bursátil, económica, social y política por la decisión absurda de convocar un referéndum que nadie
había pedido. Un
invento superlativo propio de un estúpido ignorante engreído. Lo que se dice un
arcaico desiluminati, hoy apagati.
Pero, pasada la sorpresa inicial, he de confesar que más que
triste o asustado, me siento alegre y contento. Que las vamos a pasar mal en
unos meses es evidente; por el caos y la confusión creada ante una situación
tan surrealista, y quizá nos enfrentamos a más de un par de años de
negociaciones hasta que todo vuelva a la estabilidad, pero pienso que, aunque también
hay inconvenientes, las ventajas del
Brexit para Europa son clarísimas:
A) Reino unido ha sido siempre el perro
del hortelano de Europa, ni come ni deja comer. Se ha dedicado siempre a poner
palitos en las ruedas para evitar que le Unión avance. Ha estado siempre con un
pie dentro y otro fuera, aceptando lo que le reporta beneficio y rechazando el
resto. Ahora la Unión tendrá que avanzar para evitar males mayores y no habrá
quien lo impida. ¡Hemos conseguido la libertad!
B) Las pérdidas comerciales serán
transitorias, mientras dure el caos normativo y legislativo que se ha generado.
Si hoy tenemos un intenso intercambio comercial con UK es porque nos
beneficiamos ambos. ¿Por qué razón no vamos a continuar? Solo habrá que cambiar
los acuerdos, las leyes, las letras escritas en los papeles, solo eso. Dice
Juan Ignacio Crespo que el United Kingdom de hoy “cree” haber votado NO, pero
dentro de unos años se dará cuenta que en realidad ha votado SI, puesto que
todo seguirá igual, excepto que ellos estarán fuera y más aislados. La unión de
todos los pueblos, la mundialización, es imparable.
C) El mayor daño lo veo en la incertidumbre,
el desasosiego generado en millones de personas y, especialmente, en aquellos
cuyos puestos de trabajo podrían perderse.
Por mi parte solo me queda desearles a los británicos lo que
dice el refranillo español:
¡Tanta paz logréis como
descanso dejáis!
Manuel Reyes
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