Sin embargo, algunos estamos más bien entusiasmados por las nuevas diabluras de ese geniecillo al que llamamos IA. Y nos ocupa más que nos preocupa porque, el muy puñetero, cambia tan deprisa que a uno le falta tiempo para intentar comprender sus nuevos poderes.
¿Qué harías tú si en una charla con un amigo te dice… “¡No hombre, pero si la Iglesia ya admitió que el infierno en realidad no existe!”? Y tú te quedas con cara de perplejo irresoluto pensando, “anda leche y yo que, por si acaso, me quería confesar por haber votado al PP en las elecciones andaluzas…”
Esa noche no duermes por si el demonio se ha escondido bajo tu cama en forma de gaviota. Y al día siguiente te vas derecho a una biblioteca para esclarecer el atolladero moral-conceptual.
Si estuviéramos en tiempos de mi juventud te irías a la mayor biblioteca del pueblo le preguntarías a la bibliotecaria: “Señora quiero algún libro que hable sobre lo que la Iglesia piensa del infierno” La señora, doña Virtudes, te miraría de arriba abajo sospechando si no serías un cura de incógnito del Santo Oficio y sin mediar palabra te señalaría el archivador. El archivador era un mueble de aspecto vetusto y sombrío con cientos de cajoncitos. Pero lo peor es que cada cajoncito contenía miles de fichas. Tú abrías el cajoncito que decía “i” y empezabas a leer fichas: “Ivanhoe”, “Inés del alma mía”, “Ifigenia”, “El Infierno de los enamorados”, “El infierno de Dante”, “10 libros desde el infierno”, “Infierno, Purgatorio y Paraíso” … por aquí, por aquí vamos bien. Y con un poco de suerte en menos de una semana, y sin poder librarte nunca de la mirada inquisidora de doña Virtudes, llegarías a la conclusión de que eso no está escrito en ningún libro.
Pero sobre los años 90 aparecieron los BUSCADORES, ¡oh maravilla! Entrabas en Google y te encontrabas con un espacio que te invitaba: “Buscar en Internet…” Entonces le escribías tu duda existencial y en un santiamén te contestaba: “En 0,32 segundos, 12.100 resultados”. Y… efectivamente allí estaban los 12.100 artículos, revistas, blog y periódicos que hablan del tema. En 6.000 de ellos se dice que sí, que en efecto el Papa Francisco así lo dijo, y en los otros 6.100 se dice que no. Que es mentira. Ahora tú, en tan solo uno o dos días de frenética lectura puedes llegar a una conclusión. Habíamos simplificado las cosas, sin duda.
Y es que un BUSCADOR o MOTOR DE BÚSQUEDA es una herramienta que te permite buscar y recuperar la información más relevante basada en las palabras clave de tu pregunta. Una auténtica maravilla que te ahorra miles de horas de trabajo y que, si tienes clara la fiabilidad y el sesgo ideológico de las distintas fuentes, puedes alcanzar una conclusión válida. Válida para ti, en función de tu ideología.
Pero antes de ayer aparecieron los CHATBOTS. Entras, por ejemplo, en Microsoft y te encuentras en el ángulo superior derecho de tu pantalla un extraño símbolo azul. Picas en él y cambia la zona derecha de la pantalla apareciendo el simbolito más grande y el nombre: “COPILOT” (hace dos días se llamaba BING) y te saluda: “Hola! Puedo hacer aún más que Microsoft Edge (el buscador), pregúntame cualquier cosa…” Y yo, erre que erre, le hice la misma preguntita. En unos cuantos segundos comienza a aparecer en la pantalla un texto, letra por letra, como si alguna persona estuviera contestándote, pulsando su teclado. Y he aquí la respuesta que me dio:
«Sí, hubo una controversia en torno a este tema. Según un artículo publicado por el diario italiano "La Repubblica", el 29 de marzo de 2018, se afirmó que el Papa Francisco creía que el castigo eterno no es real y que “no existe un infierno en el que sufren las almas de los pecadores para toda la eternidad.”
Sin embargo, el Vaticano desmintió rápidamente esta información, aclarando que el encuentro entre el Papa Francisco y el periodista fue una reunión privada y no una entrevista. Aseguraron que las palabras citadas en el artículo eran una reconstrucción del periodista y no una transcripción fiel de las palabras de Papa.
En numerosas ocasiones, el Papa Francisco ha afirmado la existencia del infierno en sus discursos, homilías y otros mensajes pastorales. Por lo tanto, la doctrina oficial de la Iglesia Católica sobre la existencia del infierno no ha cambiado.»
He copipegado solo algunos párrafos que me han parecido los esenciales, porque la respuesta era bastante más amplia y detallada. Además, he suprimido los numerosos enlaces que remitían a los documentos originales consultados. Mi intención es solo mostrar la eficiencia increíble de un chatbot, el ahorro tremendo de tiempo en la búsqueda de repuestas y el lenguaje claro, preciso y amable del ingenio.
Si preguntas a un chatbot, ¿Qué es un chatbot?, te contesta así:
«Chatbot: Es un programa informático que utiliza la inteligencia artificial (IA) para simular conversaciones humanas a través de mensajes de texto. Los chatbots pueden entender y responder automáticamente a las preguntas de los usuarios, simulando una conversación humana. Su objetivo principal es mejorar la experiencia del usuario permitiendo una comunicación rápida, efectiva e inmediata.»
Si prefieres otra definición en román paladino yo te diría que ahora para encontrar la respuesta a una pregunta vas a una “biblioteca virtual” que es tu ordenador o tu móvil, le haces la pregunta a la bibliotecaria (el chatbot) y ella no te indica los libros o artículos a consultar, sino que, como se los ha leído todos y los tiene en su memoria, te contesta correctamente, como lo haría un profesor ante la pregunta de un alumno en clase.
Claro está que un chatbot, como un profesor, también puede equivocar la respuesta. A mí, como buen científico, me gusta la experimentación así que le he hecho a mi Chatbot algunas preguntas complicadas cuya respuesta conozco perfectamente y… en efecto, en una ocasión, solo en una, se equivocó. Se lo hice saber, me pidió educadísimamente perdón, se puso a informarse de nuevo buscando nuevas fuentes y finalmente me dio la respuesta correcta.
Esto nos enseña que los chatbots no son infalibles y es bueno consultar las fuentes que ha utilizado (y que nos ofrece siempre) para confirmar la respuesta.
Y otro dato importante: el Chatbot, como los ya antiguos buscadores, solo tienen disponible lo que hay publicado en Internet (y no siempre todo). La información que figura en los libros o informes que no se han transcrito a Internet, no existe para ellos. No olvidemos pues que hay cientos de miles, acaso millones, de libros en las bibliotecas del mundo de los que Internet no tiene constancia.
Otro aspecto que me gustaría comentar es sobre si los CHATBOT son realmente inteligentes o no. Sobre esto hay también una gran controversia, y ya hablé de ello en mi artículo anterior. Si nos atenemos al clásico Test de Turing (1), sí que lo son, especialmente el CHAT-GPT, según tengo entendido (yo no los he probado todos). Pero este test se remonta a los años 50 del siglo pasado, hoy los informáticos, ayudados por los lingüistas, han logrado hacer programas que te contestan siguiendo las reglas gramaticales del lenguaje como lo hacemos nosotros y esto hace que parezcan inteligentes.
Yo quisiera seguir sospechando que los ordenadores solo usan prestada la inteligencia de sus programadores, pero ya no estoy tan seguro. ¿Qué ha cambiado con la aparición de la IA? Los expertos en ella dicen que: “la inteligencia artificial (IA) es una disciplina y un conjunto de capacidades cognoscitivas e intelectuales expresadas por sistemas informáticos o combinaciones de algoritmos cuyo propósito es la creación de máquinas que imiten la inteligencia humana para realizar tareas, y que puedan mejorar conforme recopilan información”. Pero esta es una respuesta un tanto "política", digamos que para no asustar. Traduciendo al castellano; no solo hay otra tecnología que ya no se basa en un microprocesador con capacidades mejoradas, sino en redes de centenares de microprocesadores interconectados que imitan la estructura del cerebro. Redes que, además, se nutren de centenares, de programas anteriores que se combinan para trabajar conjuntamente. Si recordamos que cada programa es la expresión de la inteligencia de un grupo de programadores, la combinación de todos implica que la máquina está utilizando “prestada” la inteligencia de miles, de programadores que trabajaron durante 55 años (2).
Si con esta ciencia y esta tecnología acumulativas no logramos una máquina que parezca “humana” en ciertos sentidos, es que estamos durmiendo la siesta.
¿Pero qué es la inteligencia humana? La inteligencia se define como una cualidad mental que consiste en la capacidad para aprender de la experiencia, resolver problemas y utilizar el conocimiento para adaptarse a las situaciones nuevas. Es la aptitud de las personas para desarrollar pensamiento abstracto y razonar, comprender ideas complejas, resolver problemas y superar obstáculos, aprender de la experiencia y adaptarse al ambiente.
La IA está acercándose a algunas de estas cualidades, como aprender de la experiencia y resolver algunos, muchos, tipos de problemas, comprender lo escrito y hablar casi como las personas. Por esto asusta y preocupa. Pero le queda un largo camino, más bien larguísimo, para que realmente pueda preocuparnos.
No obstante, yo sospecho que con las redes de microprocesadores imitando el orden de un cerebro se está logrando acercarse cada día más a eso que llamamos “propiedades emergentes”. Son propiedades de una comunidad que no se aprecian en los individuos que la forman y que se hacen evidentes únicamente cuando coexisten grandes poblaciones en un espacio dado. Y cuando hablamos de “poblaciones” podemos referirnos a personas, monos, hormigas, abejas, Pero también a microprocesadores, incluso a las moléculas.
Como químico os puedo explicar que, como ya sabéis, cuando se unen dos átomos de hidrógeno con uno de oxígeno se forma una molécula de agua. Pues bien, las propiedades de esta molécula no se parecen en nada a las de los átomos que la forman. Es más, cuando se unen muchas moléculas de agua forman un líquido con propiedades distintas a cada una de sus moléculas. El 60% de tu peso es agua, pero esa agua no se comporta como la del río Guadalquivir. Al estar “asociada” a otros colectivos de moléculas adquiere propiedades emergentes nuevas. El agua que hay en tu cerebro (70% en peso) no se comporta como la que hay en tu vejiga de la orina. Y, por finalizar, el comportamiento de nuestro cerebro no se parece en nada al de cada una de nuestras neuronas. Una neurona no puede recordar el cuadro de las Meninas, ni comprender lo que es la belleza... por decir algo.
¿Estamos logrando, con estas redes de chips, la nueva tecnología que está dando origen a la IA? ¿Y es la Inteligencia Artificial un comportamiento emergente que empieza a parecerse en algunos aspectos de nuestro cerebro?
NOTAS:
(1) Turing, en 1950, pensó que una máquina podría considerarse inteligente si tras conversar con ella no podía distinguirse de un ser humano. Es el matemático inglés que logró descifrar el código de la máquina Enigma, con la que los alemanes en la Segunda Guerra Mundial enviaban sus mensajes secretos. Puede decirse que es el que "inventó" la informática. Fue procesado y condenado por el gobierno británico por ser homosexual. Murió envenenado con cianuro de forma poco clara a los 41 años.
(2) Internet nació en el año 1969 con la creación de ARPAnet, una rede informática que permitió conectar a diversas universidades norteamericanas. Por lo tanto, hasta 2004, Internet tiene 55 años.
4 comentarios:
Enhorabuena, por este pedazo de artículo que me parece muy interesante, y esclarecedor de como actúa la IA.
Me encanta leer tus artículos. Están currados a la vez que son de una calidad literaria y amenidad poco comunes.
Muchas gracias "Anónimo", me gustaría al menos saber si eres experto en IA. ¿Es posible?
Gracias Esperanza, eres muy amable conmigo.
Publicar un comentario