O el problema del paro
Estamos
viviendo una época convulsa donde los cambios son tan frecuentes y tan rápidos
que no tenemos tiempo de asimilarlos, ni tan siquiera de reflexionar sobre
ellos. Quizá sea esta la causa de que no podamos comprender lo que la gente
vota cuando se hace un referéndum. Pienso en Reino Unido diciendo no a Europa, en
Italia diciendo no a la mejora constitucional, en Colombia diciendo no a la paz
con la guerrilla o a Estados Unidos eligiendo a Trump. Al resurgir de los
populismos y extremismos de derechas en Europa, los independentismos en
regiones españolas y europeas. ¿Qué está ocurriendo? ¿Nos divierte caminar
hacia atrás? ¿Nos hemos desequilibrado mentalmente todo el mundo occidental?
Habría
que ser profeta para dar una respuesta y nada más lejos de mis esencias. Pero
aprendí de Newton que hay que subirse a hombros de gigantes para ver el
horizonte lejano, y a eso me dedico. A eso, y a intentar pasar al papel las conclusiones
que voy obteniendo. A ver si logro aclararme yo mismo.
Vislumbro
que estamos atravesando un cambio de época del que muy poca gente está siendo
consciente, de ahí la desorientación generalizada. Pero ¿qué cambio? ¿De qué
época a cual otra? Porque… cambiar, cambiar, la humanidad ha estado cambiando
siempre, solo que algunos cambios han sido rápidos, incluso violentos, y otros,
la mayoría, imperceptibles para los vivientes del momento. Échese un vistazo a
la historia.
¿Qué es lo que ocurre ahora?
Cada
día estoy más convencido que es la forma
de ganarse el pan lo que está
cambiando. Y la gente está alarmada, muy alarmada, y no es para menos. Con
las cosas del pan no se juega.
La
pista me la dio un lance personal. Andaba yo por entonces necesitado de pedir
autorizaciones periódicas para que una ambulancia me trasladara a recuperación,
tras un accidente de moto. Cada semana la misma historia de buscar a alguien de
la familia para que fuese a una oficina a pedir los papelitos. Un día, la empleada
nos dijo: “Están ustedes de enhorabuena, ya funciona nuestra página web donde
pueden hacerse estos trámites”. Y así fue, y fui feliz haciendo los papelitos
yo mismo sin salir de casa. Pero, tristemente la página pronto comenzó a
fallar, cada día algo no funcionaba hasta que me obligó a ir a presentar mis
quejas a la oficina. Por fortuna por entonces ya podía moverme, aunque penosamente.
La empleada tecleaba el ordenador impasible mientras yo soltaba todo mi rosario
de quejas. Cuando terminó, estampó su sello con un buen golpe, miró a sus
compañeras de oficina fugazmente y se acercó a mi oreja para susurrarme: “Y si
funciona la web, ¿qué sugiere usted que hagamos todas las que trabajamos aquí, irnos
a la cola del paro? Sentí un escalofrío, acababa de tocar con mis manos el
problema que torpemente no había imaginado. Por fortuna, estas aguerridas
mujeres habían declarado la guerra a la Hidra, al monstruo informático de las
mil cabezas, cada una de ellas descansando sobre su mesa bajo la forma de
ordenador, y le habían asestado un primer buen golpe. ¿Cuánto tiempo duraría la
batalla? Por fortuna hoy la oficina sigue abierta y
ellas siguen allí. Parece que, por suerte, se trata de una entidad
cuasi-estatal y el monstruo ha perdido la batalla. De momento.
Para comprender el problema en
profundidad creo que habría que hacer un recorrido histórico que nos permita
recordar de dónde venimos. Vivimos en la era industrial. Muchos ingenieros se dedican a fabricar máquinas que nos hacen
la vida más fácil. En realidad el hombre ha construido máquinas desde siempre:
hachas, flechas, palancas… desde tiempos primitivos. Pero la Era Industrial arranca con la construcción
de la máquina de vapor, de Watt, desde
finales del siglo XVIII. La máquina que,
una vez perfeccionada, permitió la construcción de locomotoras capaces de mover
trenes. La que permitió construir industrias en cualquier lugar, sin necesidad
de que estuviesen al pie de un salto de agua o en la cima de un monte aprovechando
el azar del viento. La que permitió al hombre trabajar usando la energía de la
madera, del carbón y, posteriormente la del petróleo, en lugar de sus propios
músculos y los de sus animales domésticos.
● La
era industrial nació cuando se logró incorporar la energía a las máquinas.
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Fig. 1. Esquema muy simplificado de una máquina de vapor |
Fue un
gran salto adelante que provocó un cambio en la forma de ganarse el pan de toda la humanidad. El campesinado
dedicado a la agricultura y la ganadería acabó pasándose a las ciudades, que
crecieron monstruosamente. La gente tuvo que transmutar de agricultor y pastor en
el campo a mecánico en las ciudades. La mayor parte de la población acabó
trabajando para fabricar “cosas”. En España, hoy, con menos del 5% de la
población se fabrican todos los alimentos que necesitan los habitantes del país
entero. Y esto es posible porque cada máquina agrícola, que se alimentan con
petróleo, hace el trabajo de 100 campesinos con sus bestias incluidas. Los
hombres pasaron de campesinos a urbanitas.
En la era
industrial pueden distinguirse varias etapas, que varían con el objeto que se
toma como referencia clasificatoria. Para mí la clasificación más sencilla
podría ser esta que mostramos en la Figura 2, basada en las energías que se
utilizaron. Aunque hay que aclarar que el creador de esta clasificación es un
poquito antiguo, de los años 60, cuando se pensaba que la energía nuclear en el
futuro lo acapararía todo. Pero es que entonces no existían los ecologistas…
que han logrado casi la paralización del uso de la energía nuclear y la vuelta
a los molinos de viento de Don Quijote, los satitos del agua y el calorcito del
sol.
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Fig. 2 Fases de la era industrial en función del tipo de energía usado |
Para nuestro
objetivo, y tomando como elemento clasificador: “la forma de ganarse el pan”
hay variaciones al pasar de cada fase de la era industrial a la otra pero no
muy drásticas. El gran cambio se produjo, en la primera fase: La construcción de máquinas movidas por
energías externas a la biológica, a la muscular.
En la segunda
fase lo más destacado fue el desarrollo del motor de explosión interna, el uso masivo del petróleo y la
aparición de la electrónica con el
consiguiente desarrollo de las telecomunicaciones. También el gran
florecimiento de la industria química y con ella la farmacológica.
Ahora nos
encontramos finalizando la tercera etapa donde hizo explosión la electrónica y
nació la informática. Y nació la ciencia y técnica biosanitaria que está
logrando que vivamos el doble que nuestros padres y que la evolución de las
especies la controlemos nosotros en lugar de la naturaleza.
Y estamos
entrando en otra que, me parece a mí, no puede considerarse como la 4ª Fase de
la Era Industrial, sino como una nueva era ya que va a suponer un gran cambio
en “la forma de ganarse el pan”. Yo pienso que posiblemente se llamará la Era Robótica. ¿Pero cuál ha sido el cambio que la ha
provocado? ¿Qué máquinas se construyen ahora que otra vez nos van a cambiar la
vida de forma radical?
Algunas
máquinas han incorporado un elemento nuevo que jamás tuvieron: La inteligencia. La primera máquina que
ha sido la responsable del estallido de la nueva era: El ordenador.
El ordenador es a la era robótica lo que
la máquina de vapor fue a la era
industrial.
Como máquina,
el ordenador no nos ayuda en el trabajo mecánico, al trabajo físico. Con un
ordenador no podemos cavar, ni transportar, construir, navegar, volar. El ordenador nos ayuda en el trabajo
intelectual. Es capaz de almacenar, en espacios minúsculos, la totalidad de
la cultura humana y permitirnos el acceso a ella en fracciones de segundo. Es
capaz de transmitir esta reflexión mía al mundo entero en segundos y permitir
que dialoguemos sobre ella con americanos o con asiáticos simultáneamente y en
tiempo real. En fin, hoy no es necesario explicarle a nadie lo que esta máquina
es capaz de hacer. Lo que podría ser conveniente para algunos es explicar por
qué.
El ORDENADOR es una máquina capaz de
utilizar, prestada, la inteligencia de su programador.
Decimos “prestada” porque no tiene inteligencia propia (de
momento). El informático programador le puede “explicar” cómo analizar los
datos que se le suministran y qué hacer con ellos. Este conjunto de instrucciones es un programa
o aplicación informática. Con este
programa en su memoria su comportamiento
sería el mismo que el de su programador. Salvo en que, si se le plantea una
situación no programada, se bloquea, mientras que su programador podría
encontrar otra solución alternativa, porque él sí que tiene inteligencia
propia.
Las máquinas que hemos construido
hasta ahora solo son capaces de trabajar si tienen un “conductor” que las
dirija. Un avión solo puede volar si lleva un piloto. Pero ¿qué ocurre si al
avión le añadimos un ordenador que lo gobierne; que analice los datos que le
suministran los sensores de a bordo y responda como lo haría un piloto experto?
Pues que tendríamos una máquina “inteligente” (aunque la inteligencia sea
prestada). Tendríamos un avión moderno que es capaz de volar sin piloto. En el
lenguaje actual decimos que esto es un avión con piloto automático. Y a este
tipo de máquina le llamamos ROBOT.
Un ROBOT es una máquina, capaz de hacer un trabajo, gobernada por un
ordenador.
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Fig. 3. Clasificación de las máquinas |
Para hacernos una idea más clara de los tipos
de máquinas con que nos podemos encontrar podemos utilizar un viejo esquema que
yo utilizaba en mis clases, (Figura 3). En él puede apreciarse que hemos
clasificado las máquinas en tres grandes grupos:
1.- Máquinas que realizan trabajo
mecánico, como los coches, las excavadoras, tractores, troqueladoras,
cortadoras. Son las máquinas habituales que utilizamos como herramientas de
trabajo.
2.- Máquinas para el trabajo
intelectual. Pueden hacer, o no, un trabajo mecánico. Las utilizamos en
general para almacenar y difundir la cultura, así como para transmitir
información. Así podemos mencionar a la imprenta o las fotocopiadoras; que “escriben”.
El teléfono, la radio, la televisión o el cine que “hablan y visualizan”. Todas
ellas reproducen, transmiten o multiplican la información. La más reciente de
ellas es el ordenador que podríamos decir que “lee, escucha y ve” utilizando la
inteligencia externa de los programadores. Esto es, analiza lo escrito, lo
hablado o las imágenes y ejecuta órdenes basándose en la información que recibe
y en su programa interno.
3.- Finalmente, si integramos con cualquier máquina de los
grupos 1 y 2, un ordenador obtendremos una especie de “trabajador integral”.
Una máquina que no necesita de un conductor, de un piloto. Una máquina autónoma
que puede sustituir a un trabajador de una especialidad determinada, un
administrativo, un mecánico. A este tipo de máquina le llamamos: ROBOT.
El robot no nos ayuda
en nuestro trabajo: NOS SUSTITUYE.
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Fig. 4. Robots-juguetes |
Quizá sea conveniente, antes de
continuar, aclarar que un robot no es ninguno de esos juguetes con que nos
obsequia el cine: R2-D2 o C-3PO y toda esa larga serie de “robots” de las
películas futuristas, Fig. 4, que no son más que juguetes. Los robots actuales
no tienen figura humana (salvo algunos experimentales) son simples máquinas que
incorporan un ordenador. A veces incluso
son tan solo complejos ordenadores como los de los bancos y entidades
financieras, que tramitan todo el papeleo y movimiento de capitales, y que han
sustituidos a la mayoría de sus empleados.
● La
Era Robótica nació cuando se logró incorporar la inteligencia a las máquinas.
¿Y qué ocurrirá ahora?
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Fig. 5. Fabricación de coches |
Una fábrica moderna no se parece
en nada a una de la antigua era industrial. Ver en la Fig. 5 la etapa de
montaje de una fábrica de coches y la de una fábrica de paneles solares. Con
unos pocos trabajadores de alto y muy alto nivel, ingenieros, informáticos,
directores de secciones y de la empresa, será más que suficiente para fabricar
centenares de coches o millares de células fotoeléctricas diarias. Los trabajos
repetitivos están abocados a la desaparición y de hecho ya ha comenzado su
eliminación en buena medida.
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Fig 5a. Fabricación de paneles solares |
Del mismo modo que al principio
de la era industrial, ahora también los tipos de trabajo en que se verá
implicada la población serán diferentes. En general se cree que casi desaparecerán
aquellos trabajos que impliquen una baja
formación. Casi solo prevalecerán los trabajos de tipo creativo, afectivo, y aquellos que requieran de una alta
preparación académica y/o técnica. Y por supuesto se crearán otros muchos nuevos
hoy impensables. ¿Podría alguien imaginar en el siglo XVIII lo que es un
informático?
Esto implica que habrá un amplio
sector de la población en edad laboral, que nunca conseguirá un trabajo, es lo
que se llama “paro estructural”. Este problema unido a los cambios en los
trabajos actuales y a los de nueva aparición conlleva, como en los inicios de
la era industrial, grandes cambios
sociales. Ahora trabajan las máquinas.
El paro estructural se produce como consecuencia de determinados
desajustes estructurales en la economía de un país asociados a las revoluciones
tecnológicas, ciclos del sistema capitalista, desequilibrios políticos, etc.
Los dos últimos motivos tienen arreglo, el debido a revoluciones tecnológicas,
no. Es impensable que nos pusiéramos de acuerdo para dejar de fabricar robots y
así evitar el paro. En el gráfico de la figura 6 puede verse como el paro de
larga duración que se corresponde casi exactamente con el estructural, se
mantuvo casi constante hasta 2008 y a partir de ahí crece imparablemente. Los
otros suben y bajan, este no.
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Fig. 6 Evolución del paro en España del 2004 al 2015 |
o
¿Pero todo esto significa que nos quedaremos sin
empleo? à SI, en gran parte, pero aparecerán otros nuevos.
o
¿Y esto conlleva que nos quedaremos sin comer? àNO.
o
¿Y sin bienestar social? àNO
o
¿Y viviremos mejor o peor? àMEJOR.
Porque, a la larga, volveremos a
la vida de las aristocracias griegas y de los patricios romanos. Ellos no
tenían ningún problema psicológico por no tener trabajo, ni carecían de buena
comida y vida cómoda. El trabajo mecánico lo hacían sus esclavos. Ellos solo
dirigían su hacienda, leían, escribían, inventaban la filosofía o creaban las
bases del derecho.
Esta podría ser la nueva forma de ganarse el pan: la de
los aristócratas griegos y romanos.
Hoy estamos fabricando unos esclavos
nuevos que, al no ser personas, no nos crearán ningún problema de conciencia:
los robots. Que trabajarán de lunes a lunes, de día y de noche, en verano y en
invierno, sin protestar, sin pedir aumento de sueldo y sin afiliarse al
sindicato. ¿Se puede pedir más?
Ya hoy, con las máquinas y el
conocimiento científico de que disponemos, fabricamos tres o cuatro veces más
comida de la que necesitamos los 7.000 millones de habitantes del planeta. Si
hay quien se muere de hambre es solo debido a problemas económicos y políticos,
no técnicos. Habiendo pan no hay ningún problema irresoluble.
El futuro se presenta
esperanzador, los problemas y los conflictos los tendremos en el proceso del cambio, en la
transición del modo de vida.
A eso pienso dedicar mis esfuerzos en el futuro, a
investigar las nuevas ideas que ya están naciendo al respecto.
Manuel Reyes
Bibliografía:
▪ En el futuro no habrá paro, ni empleo. –César Molinas-
▪ Los robots y la inteligencia artificial reavivan el sueño de
la renta básica universal. -David H. Freedman-
▪ Nos acercamos a un desplazamiento masivo de empleos.
-Nanette Byrnes-
▪ El desempleo se hace crónico: el paro estructural supera el
18% de los activos. –Carlos Sánchez-
▪ Un libro vaticina el final del trabajo: “en 30 años habrá la
mitad de empleos”. - Paul Mason-