8 de diciembre de 2019

Montar el Belén

El arte, las tradiciones y los belenes.

Belén de Paula Bosch. Barcelona 2019

Una vez más Ada Colau, la celebérrima alcaldesa de Barcelona, ha “montado el Belén”
¿Es bonito? ¿Es feo? A mí me parece horrible, pero no es esa la cuestión.
¿Es un ataque a las creencias cristianas? 
Tampoco hay que exagerar, los belenes no son más que una costumbre popular que arrancó en España a mediados del siglo XVIII traída desde Nápoles, aunque la costumbre venga de más antiguo difundida por las órdenes pobres, como los franciscanos que querían resaltar la pobreza de Cristo frente a las demás ordenes ricas y aristocráticas de la Iglesia. Es decir que nace de la controversia. No obstante, poner o no poner belenes, guapos o feos, no ataca a ningún principio fundamental de la Iglesia Cristiana, y por tanto no es esa la cuestión. Aunque algunos quieran llevarlo a ese terreno, quizá por resucitar la vieja controversia religiosa de sus orígenes cambiando los matices de pobreza-riqueza, anticuados, por los de izquierda-derecha, o quizá incluso españoles-catalanes, más modernos.
Pero lo que a mí me apetece discutir ahora es la cuestión artística. ¿Este Belén es arte o es un montón de basura? Estamos tan acostumbrados hoy a que los artistas modernos nos tomen el pelo que ya desconfiamos de todo.
¿Qué es el arte?
Actividad en la que el hombre recrea, con una finalidad estética, un aspecto de la realidad o un sentimiento en formas bellas valiéndose de la materia, la imagen o el sonido.”
“El arte es entendido generalmente como cualquier actividad o producto realizado con una finalidad estética y también comunicativa, mediante la cual se expresan ideas, emociones y, en general, una visión del mundo. El arte es un componente de la cultura.”
Si os ponéis a buscar podréis encontrar infinitas definiciones de arte. He tomado estas dos porque me parecen representativas del concepto antiguo –el que a mí me gusta– y el más moderno, aunque no demasiado, porque hoy podemos encontrar en los museos inodoros como obras de arte y esto hay que justificarlo de algún modo aunque solo sea cambiando la definición. Para mí, si en el enunciado no encontramos palabras como: estética, belleza, creación y emoción, esa expresión no define al arte. Es verdad que con frecuencia el artista va buscando la polémica, la denuncia, de las que en nuestra historia del arte tenemos ejemplos notables. Ahí están los dibujos de Goya que denuncian el horror de la guerra, pero es curioso que los que elevó a la categoría de “óleo sobre lienzo” fueron temas como el de los fusilamientos de la Moncloa o la carga de los Mamelucos, es decir obras de arte donde el horror se amalgama con la belleza de la composición. Otro tanto puede decirse del Guernica de Picaso.
Y tras estas disquisiciones locas, ¿qué podemos decir del Belén de Ada Colau, o por mejor decir, de Paula Bosch, que es su autora?
-¿Es una obra cuidadosamente pensada y trabajada? Por supuesto.
-¿Es una composición estética con intención artística? Sin duda.
-¿Refleja el sentimiento de la tradición popular? Seguro, y además evoca esa labor doméstica de buscar las cajas perdidas del Belén del año anterior y su elaboración familiar. Aunque este Belén en concreto sea como rebajar las ilusiones y fantasías infantiles a la categoría de montón de cajas de zapatos. Cuando uno monta el belén cada año parece que recupera su inocencia en la creencia de los cuentos de hadas, de vírgenes, de Sanjosenes condescendientes con el Espíritu Santo, de reyes Magos con superpoderes... y en fin toda la parafernalia deliciosamente inocente de la infancia. 
-¿Puede considerarse por tanto como una OBRA DE ARTE? Sin duda.
¿Y a ti te gusta?
A mí, no.

Manuel Reyes

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